¡ Venga! ¡ No seáis "perrones" y poneros a leer!...je je je
Antes de comenzar os voy a aclarar de donde procede la palabra vieira.
Mirad, en Galicia
no se llama venera al molusco, sino que este recibe el nombre de vieira.
Se denomina venera a las cruces que los caballeros de las órdenes militares
lucen orgullosos sobre su pecho.
La concha es un vaso natural perfecto que se supone que ha sido usado siempre por los viajeros. Los peregrinos que llegaban a
Santiago de Compostela las recogían para emplearlas como utensilio y beber
confortablemente en los manantiales y ríos en el camino de regreso. Con el
tiempo se fue convirtiendo en un símbolo de la peregrinación, pues todo el que
regresaba lo hacía equipado debidamente con una de esas conchas de venera.
En el «Códice Calixtino» se registra el
significado de las conchas de vieira y el hecho de que los peregrinos las
prendan a sus capas para mayor gloria del apóstol.
Conchas que protagonizan milagros
Según relata el “Liber Sancti Jacobi” a un
caballero se le hinchó la garganta literalmente como a un “odre lleno de aire”. El
desafortunado protagonista de la historia pidió que le diesen una concha de
Santiago, pues de Compostela era la procedencia de éstas. En cuanto hubo tocado
su garganta con la concha, desapareció la inflamación de forma inmediata.
El Caballero de las Conchas
Esta es la principal leyenda en torno al Apóstol
Santiago en la que las conchas gozan de un gran protagonismo. La ubicación de
los acontecimientos, anacrónicos por completo, no está clara. Hay quienes la
sitúan en las costas de Portugal y hay quienes lo hacen en las costas de
Galicia, más concretamente frente a lo que en la actualidad es la Marinera
Villa de Bouzas, en el término municipal de Vigo.
La leyenda en su versión frente a las costas gallegas.
En esta leyenda se especula con la posibilidad de
que la villa de Bouzas, en Vigo, hubiera sido el primer puerto de Galicia y por
lo tanto español, en haber tenido algún contacto con los restos del apóstol. A
este lugar llegaron una pareja de jóvenes, de importantes familias, a celebrar
su boda.
El novio y su familia procedían de Gaia, en
Portugal, y la novia de Amaia, en Galicia, España. Al ser Bouzas el punto
intermedio entre ambas localidades, se decidió que fuera el lugar donde
celebrar la boda.
Uno de los juegos con los que se entretenían
consistía en “abofardar”, un juego de destreza consistente en lanzar al aire
una bofarda (lanza) y recogerla mientras se galopaba antes de que estas
alcanzasen el suelo. Cuando el novio, que participaba en el juego, lanzó su
bofarda, vió como, arrastrada por el viento, se desviaba hacia el mar. No
estando dispuesto a perderla, sin dudarlo, cabalgó hacia el agua con la
intención de no perderla. Pero lo único que consiguió fue que, tanto él ,como
su montura se hundiesen en las aguas de la Ría de Vigo, ante el estupor y
desesperación de todos los presentes al ver que no salía del agua. El tiempo
transcurría y no daban señales de vida, ni caballo ni caballero.
En ese momento los angustiados presente vieron
como llegaba un barco que navegaba precisamente sobre el lugar en el que el
caballero había desaparecido. Una vez el barco hubo pasado, emergieron,
milagrosamente, caballo y caballero cubiertos completamente por conchas de
vieira. Los tripulantes de la nave, en la que viajaban los restos del Apóstol
Santiago, levantando la mirada al cielo, exclamaron: “Verdaderamente
quiere Jesucristo manifestar ante ti su poder para bien y honra del vasallo que
llevamos en esta nave a dar cristiano enterramiento. Quien a Santiago desee
servir deberá visitarlo allá donde fuese enterrado llevando conchas como esas
de las que tú estás cubierto”.
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